Damián en una exclusiva exhibición en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid (Fotos: Revista Elite Sport)
CAMPEÓN DEL MUNDO Y DE EUROPA DE KÁRATE, HABLA PARA REVISTA ELITE SPORT
No tenía cinco años y ya había cambiado el Río de la Plata de su Buenos Aires natal por las playas de La Carihuela, El Bajondillo, Los Álamos o Playamar. Ese giro del destino le llevó a Torremolinos. La decisión de sus padres de cambiar de vida, de sentir otras experiencias y de labrarse un futuro distinto subió a Damián Quintero a su primer tatami con seis años. Malagueño de adopción y residente en Madrid desde los dieciocho, aprende y muestra los valores que le ha enseñado el kárate. Este deporte se ha convertido para él en una filosofía de vida. Y mientras, en el costoso camino de sacrificio y esfuerzo, acumula medallas: Campeón del mundo en kata por equipos en Bremen (2014) y oro en el Europeo de Estambul del pasado mes de marzo, tanto en categoría individual como colectiva.
Todos esos logros toman más valor si cabe con el hándicap añadido a los deportes mediáticamente minoritarios: compaginar estudios y/o trabajo con su disciplina. Damián ha compartido su formación como Ingeniero Aeronáutico con el kárate y, posteriormente, su trabajo en una empresa de servicios y soluciones tecnológicas con los entrenamientos y la competición de alto nivel. Sin duda, es fiel ejemplo de que a nivel profesional hay deportistas y DEPORTISTAS.
El malagueño repasa en una entrevista a Revista Elite Sport sus inicios, aquellos que han forjado el campeón que es. “Frente al colegio donde estudiaba había un gimnasio de kárate y mis padres me apuntaron con seis años por hacer algo distinto. Me gustó, me empezó a apasionar. A los siete u ocho años competí en el primer campeonato nacional alevín, quedando cuarto y desde entonces no he fallado a ningún campeonato de España. El primero que gané fue el infantil con 13 años”. Tras cosechar numerosas medallas en categorías inferiores (“la verdad es que he perdido la cuenta”), la Federación Española le llamó con 18 años para entrenarse en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Madrid, donde su vida transcurre hasta los 30 que tiene actualmente.
Vida nueva en la capital, con tiempo para estudios y entrenamientos, sin tiempo para él. Le costó sacarse la ingeniería, pero el éxito que reside en el trabajo le premió con su recompensa. “Cuesta mucho porque pierdes muchos exámenes. Los profesores no es que te ayuden mucho. Si pierdes el examen, lo pierdes y vas al final, incluso no les servían certificados de la selección española. Y chocas, suspendes, apruebas… Es sacrificado, pero con sacrificio lo puedes conseguir todo”.
INGENIERO AERONÁUTICO, COMPAGINA TRABAJO, ENTRENAMIENTOS Y COMPETICIÓN.
Finalizado el ciclo de estudios, trabajo y entrenamientos dividen su día en dos. El ocio, la familia y los amigos son los mayores sacrificados. “Mi deporte, al no ser olímpico y no ser profesionales, las becas son muy reducidas, no cobramos mucho dinero de esto. Yo, por suerte, tengo trabajo en una empresa que se llama Atos Spain. Es mi sponsor. No me ayuda económicamente, pero sí a nivel de darme más días de vacaciones, que para mí es genial a la hora de viajar. Es complicado, me levanto a las 6.00, trabajo de 7.00 a 15.00, como solo en la residencia porque ya no está abierto el comedor, llego a casa, me pongo el karateki y me voy a entrenar al CAR o al gimnasio de mi profesor Miguel Ángel en Vistalegre. Luego vuelvo a las 21.00, ceno y a la cama”. Recientemente ha sido becado por la Universidad Católica de Murcia (UCAM), donde compite por ellos a nivel universitario. Otra ocupación más para este estudioso deportista.
No todo fueron alegrías hasta llegar al momento actual. Con 20 años vivió una época en la que llegó a pensar incluso en la retirada. Fueron siete años de angustia, donde llegó a perder la confianza y pensó en abandonar. “En 2004, siendo junior con 19 años, quedé campeón de España absoluto y subcampeón de Europa. También había ganado el Campeonato de España universitario y fui campeón de España y de Europa junior. Gané todo en el mismo año y perdí el bronce en el Mundial absoluto con 20 años. Hasta esa época el seleccionador era Miguel Castellanos, mi entrenador actual. Le destituyeron por motivos federativos al año siguiente. A partir de ahí estuve siete años en la sombra. Yo tenía dos rivales muy fuertes, uno asturiano y otro madrileño. Durante ese tiempo fueron rotando ellos y no salí nunca. No me explicaba por qué con 19 años era muy bueno y luego hasta 2011 ya no lo era. Sentí que me estaban haciendo un poco la cama. Sí competía a nivel internacional con el equipo porque ahí sí era válido, pero para el individual parecía que no. Lo pasé mal, incluso pensé en retirarme. Perdí mucha confianza, únicamente competía a nivel nacional”.
Esta ‘travesía por el desierto’ le hizo perder muchas oportunidades de medalla. “Yo creo que si me hubieran dado una oportunidad, habría participado en más Europeos, más mundiales y quizás ahora mismo tendría más medallas”, señala Damián, quien recuerda 2011 como el año de su ‘resurrección’: “Ahí empecé a salir yo y entré en las finales. En todos los campeonatos de Europa absolutos donde he participado he entrado en las finales. He ganado dos y he perdido tres, pero siempre he llegado a la final”.
“ESTUVE SIETE AÑOS EN LA SOMBRA. LO PASÉ MAL, INCLUSO PENSÉ EN RETIRARME”
El malagueño, no obstante, se queda entre sus mejores momentos con 2014, cuando se proclamó campeón del mundo. “Estamos haciendo historia. Somos el mejor equipo español de todos los tiempos, con tres europeos seguidos y un mundial en dos años y medio. Eso no lo ha conseguido nunca nadie. Es la primera vez que un equipo tanto masculino como femenino de katas conseguía el oro”.
En su particular colección de medallas hay una que le enorgulleció de manera especial, la de bronce de la Real Orden del Mérito Deportivo: “Ha sido la más impactante porque en España no hay algo mayor. Bueno, la de oro. Pero todas las medallas son una satisfacción”. De ese momento guarda una anécdota curiosa: “Nos pidieron desde el Consejo Superior de Deportes (CSD) una exhibición. Estamos acostumbrados a un tatami de 8×8 y justo allí nos montaron uno de 7×7, pero había una pantalla en medio que nos comía dos metros. Hicimos el ejercicio final del Campeonato del Mundo que ganamos y la gente lo estaba flipando porque no entendía nada. La gente estaba anodadada, con un silencio sepulcral. Acostumbrados a un Mundial donde todo el mundo te aplaude cada kata que haces, yo le decía a los chicos: “lo hemos debido hacer fatal, no le gustamos a nadie”. Pero al contrario, nos felicitaron y nos dijeron que habían conocido el kárate gracias a nosotros”.
Damián Quintero defiende el kárate como deporte, aunque reconoce que como arte marcial le ha enseñado mucho. “Es una filosofía de vida, se ha convertido en un camino. Me ha enseñado a ser más humilde, el sacrificio, a ser respetuoso con el prójimo. He aplicado el aprendizaje en el kárate en el trabajo y en los estudios”. Una persona especial en su vida como parte de su formación personal y profesional es su maestro, Miguel Ángel López Castellanos: “Entreno con él desde los 18 años. Es una excelentísima persona. Me ha enseñado muchísimos valores y, sobre todo, lo que te transmite, sabe manejar al competidor, lo que quiere en cada momento. Se involucra al máximo”. Fruto de estas enseñanzas y de la particular forma de entender la vida de Damián, sus consejos para aquellos que practican kárate son claros: “Sacrificio y humildad son las claves del éxito. Nunca creerte más que nadie. Hay que valorar cada momento en los entrenamientos, centrarte en un camino y trabajo, mucho trabajo”.
“SACRIFICIO Y HUMILDAD SON LAS CLAVES DEL ÉXITO”.
El malagueño resalta una de las virtudes que enseña el kárate: la paciencia. En este sentido, valora el hecho de que a partir del cinturón negro sean considerados como ‘arma blanca’. “Mucha gente pregunta si es como si le claváramos un cuchillo a una persona. El kárate lo primero que te enseña no es a atacar, sí a defender. Y mucho menos a pelearte. Pongo la mano en el fuego que ningún karateka en el mundo se va a pelear con nadie en la calle. Al contrario, rehuirá de la pelea”.
Afirma no tener ningún miedo a la hora de disputar una competición, sintiendo preferencia por enfrentarse a los rivales más duros, sin menospreciar a los más débiles. “Compito mucho y estoy acostumbrado. Tengo una mentalidad fuerte y me motivo en situaciones adversas”. Respecto a sus mayores rivales, explica las diferencias entre los japoneses (el país nipón es la cuna del kárate) y el resto: “He competido con japoneses y he tenido la suerte de ganarle a dos. Trabajan mismos estilos y técnicas, pero la soltura, la relajación a la hora de hacer un kata, nos falta a nosotros. Ellos llevan desde los tres años entrenando esos aspectos. Ahora, como es kárate más deportivo, incluso les ganamos. También la gente cree que sólo por ser japonés van a ser mejores, y no es así. Algunos son muy buenos, pero otros ganan sólo por ser japoneses. Tienen siempre un plus. Cuando te enfrentas a un japonés, de cinco árbitros, dos los vamos a tener en contra”.
Precisamente, con la vista puesta en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, Damián tiene la esperanza de que el kárate sea considerado deporte olímpico, aunque lo ve difícil por temas de patrocinadores. “Me han comentado que allí primero quieren que entre el béisbol y después el kárate, porque son muy buenos al béisbol. Mi opinión personal es que entra el tema político. Un deporte como el béisbol es a nivel mediático infinitamente mayor que el kárate y, obviamente, la repercusión es distinta. No se ha conseguido llegar al nivel mediático de otros deportes para poder llegar a un programa olímpico”.
A corto plazo tiene en mente otro campeonato, los Juegos Europeos, que se celebrarán en junio en Bakú (Azerbayán) por vez primera. “Van a ser nuestras miniolimpiadas. Yo creo que va a tener más repercusión ganar los Juegos de Bakú que ser campeón del mundo”, destaca el malagueño, quien no duda en afirmar que las expectativas son lograr el oro.
Aficionado al fútbol (seguidor del FC Barcelona) y al snowboard, nos descubre otras curiosidades y manías, como la camiseta del Sporting de Gijón que utiliza para entrenar. “Me la regaló mi gran amigo el piragüista Javi Hernanz, que es de Gijón como mi chica. Me gustó mucho esa camiseta, no te molesta a la hora de entrenar y, como mi novia es de allí, es un extra”. Asimismo, destaca su personal forma de entrar al tatami en cada competición: “Me aprieto el cinturón y siempre hago como los caballos, arrastro dos veces los pies hacia atrás”. Esa manera de retroceder para coger impulso es la que le ha llevado a Damián a cosechar éxitos, multitud de triunfos conseguidos a base de sacrificio y esfuerzo, donde priman valores como la humildad y el trabajo. El kárate es su filosofía de vida, su camino. Y su fin queda lejos, porque la meta es el trayecto. Y ahí demuestra ser un deportista y persona con mayúsculas.
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